La soledad me abruma eso lo sé bien, cuando antes la dominaba y la antojaba a mi querer, ahora ya no es sumisa y se revela poniéndome a su merced.
Al principio era yo la que la llamaba, la necesitaba para mi bien, pues sólo ella conseguía ese sosiego a mi ser. Ahora, al contrario, todo está al revés, pues yo soy ese eslabón perdido que sólo hace retroceder, intentando buscar el sitio que un día me hacía sentirme bien.
Todo gira en torno a ella, un bucle sin noches ni atardecer, pues muy pocos me saben alejar de sus garras para que no vuelva a caer. Por ello cuando faltan, todo comienza otra vez, y de nuevo me encuentro ante ella, perdida hasta el anochecer.
